
Por supuesto están los finales que te dejan inquieto como puede pasar con los finales de las películas de miedo y también los finales cómicos, que te dejan con un buen sabor de boca. Están los finales inesperados y los que ya te esperabas desde el principio de la película. Hay finales que nunca llegas a ver porque te duermes antes, yo a esos los denomino somnolientos.
En cualquier caso siempre hay un final.
En cualquier caso siempre hay un final.
A las personas les gusta terminar las cosas, atar los cabos sueltos, cerrar las opciones, resolver las incógnitas... No dejan a nuestra imaginación trabajar como debería, pero como no he estudiado ninguna carrera cinematográfica no voy a reprocharles nada a los directores de cine.
En cualquier caso, para que haya un final tiene que haber un inicio, una historia.
Irónicamente las historias más bonitas tienen un final triste y las historias más desamparadoras... un final tan triste como puedas imaginar. Claro que esto no es así en cualquier película, sino solo en las objetivas, las que se sostienen en la realidad. ¿Alguna vez has vivido una historia que haya terminado con un final feliz? Puede que dividiendo tu edad entre 25.987 te de un número más o menos aproximado de los finales felices que te encontrarás a lo largo de tu vida. Suena algo pesimista pero es así.
Cuando piensas que todo va de maravilla y que ya está todo dicho, cuando piensas que tu historia ha concluido felizmente, entonces llega algo inesperado y te fastidia todos tus planes, te descuadra tus cálculos y te hace rabiar a más no poder.
Esa es la realidad, pero nuestra imaginación nos permite escaparnos de este horrible mundo del que nadie sale sin haber derramado una sola lágrima. Nos permite imaginar finales felices o incluso historias sin final.
Aún así, nos han enseñado a vivir en el mismo lugar que nuestro cuerpo, nos han encarcelado en nuestra piel y nos han prohibido salir al exterior o incluso investigar nuestra mente más allá de lo que nos han marcado. Nos cierran puertas y nosotros somos tan inocentes que no nos damos cuenta.
Hasta que lo hacemos.
Y entonces buscamos una forma de reivindicarnos, de expresarnos, de dejar volar nuestra imaginación.
Cada uno tiene su forma de expresarse. Un diario, un libro, una canción...Un blog.
Este es mi medio para decirle al mundo lo que siento, lo que pienso, lo que me ocurre y como reacciono ante los sucesos.
Es mi confidente, es ese alguien con quien hablar, ese alguien a quien le puedes contar tus problemas, tus preocupaciones, tus alegrías.
Es todo lo que tengo. Es mi imaginación hecha letra.

Aquí termina todo. Aquí dejo mi imaginación. Aquí dejo mi capacidad de soñar y ser feliz. Hoy se acabó.
Con todo mi cariño, y lo que me quede de imaginación.
Lulú.