Todo viene,
lo bueno,
lo malo.
Y se va
dejando tras de sí una estela de sentimientos enfrentados tan dolorosos como la propia muerte,
y así, en una vida, morimos.
No solo una vez, sino cuantas quiera el destino
Porque yo no decido mi felicidad, no decido mi tristeza, no decido mi decepción o mi ilusión.
Decido hasta qué punto dejarla invadir mi cerebro
Pero ella invade hasta donde le apetezca.
Mis sentimientos no son mios
y una vez mas,
muero.
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